Desde antes de la Edad Media, San Jerónimo ha sido de los santos más venerados y representados. Vivió una vida de contemplación y ascetismo, tradujo y revisó la Biblia. En esta pintura aparece con su indumentaria eclesiástica rodeado de libros y en su papel de Padre de la Iglesia.
La obra fue elaborada con la técnica de embutido en concha, una técnica pictorica que consiste en embutir láminas de madreperla, también llamada concha nacár, sobre un soporte de madera con una capa de cal, sobre la cual se realiza el boceto de la escena. El objetivo de este último, consiste en marcar los sitios en los cuales se colocarán los fragmentos. Con cola animal se incrusta -sobre las distintas formas y figuras previamente trazadas- la madreperla. Una vez pegados lo fragmentos, se realizaba un proceso de imprimación y se establecían las capas pictóricas por veladuras

En esta pintura, la madreperla fue embutida en pequeños trozos irregulares tanto en el atuendo, como en los atributos de San Jerónimo: los libros, la trompeta y la cruz. La capa pictórica goza de tal transparencia que permite advertir el brillo del material. Mientras el rostro, las manos, los cortinajes del fondo y el mantel, permanecen exentos de éste.