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San Cristóbal con el Niño
Esta obra representa un pasaje milagroso en la vida de Cristóbal, santo caninita de gran altura que anhelaba servir al rey más poderoso que existiese. Un ermitaño lo instruyó en el cristianismo y le aconsejó que aprovechara su tamaño para ayudar a la gente para cruzar un río peligroso. En una ocasión un niño le pidió que lo cruzara: conforme se internaban en las aguas, el peso del infante era cada vez mayor y el caudal del río subía. Al llegar a la otra orilla el niño se reveló como Jesús, quien llevaba consigo el peso de los pecados del mundo. Este relato fue ampliamente representado en la pintura europea de los siglos XV y XVI, ya que san Cristóbal fue venerado como santo de los viajeros y los marineros.
La pintura es atribuida al Maestro del follaje bordado, un artista y/o taller pictórico cuyos trabajos se distinguen por el tratamiento de los follajes, los cuales asemejan un patrón de puntos de sutura bordados. Esta secuencia se aprecia en toda la vegetación.
La composición y el lenguaje de la obra responden de los pintores conocidos como “Primitivos Flamencos”. Entre estas características se puede distinguir la perspectiva de vista de pájaro, el trabajo minucioso para representar detalles, la paleta de colores tímbricos (saturados de pigmento), las transparencias logradas mediante veladuras, la inclusión de escenas alusivas a la vida cotidiana, así como el interés por el paisaje y la vegetación.
Considerando las dimensiones de la obra, el autor demuestra su maestría y dominio al representar objetos en detalle extremo.