Cosa especial, rara o primorosa en su línea y, suceso o cosa extraordinarios que causan admiración, es como define la Real Academia de la Lengua Española los términos «prodigio» y «maravilla». Ambas categorías fueron el eje de esta fascinante exposición que integraba más de ochenta piezas que, por sus cualidades artísticas y materiales, ofrecieron al espectador un recorrido por la pintura, la escultura y las artes decorativas reunidas por la sensibilidad y entusiasmo de un hombre que adoptó a México como su patria: Franz Mayer Traumann (1882-1975).

Amplio universo de objetos y procesos técnicos que nos permitieron transitar entre Europa, Asia y América a través de materiales de excelsa elaboración y preciosismo: marfil, hueso, plata, loza esmaltada, madera, cristal, plumaria, seda y madreperla.

El Museo Franz Mayer ofreció esta selecta muestra que dio cuenta de la riqueza y variedad de los objetos que integran sus colecciones: mobiliario, biombos, platería, cerámica, relojes, plumaria, orfebrería y textiles, a los que se sumaron espléndidos fondos documentales como incunables, ejecutorias de nobleza y libros de coro.

El Biombo de la Conquista, que abrió la exposición, da cuenta del pasaje historiado del encuentro entre Cortés y Moctezuma. La otra cara presenta la traza urbana de la Ciudad de México en el siglo XVIII, en diálogo con el Plano de la Imperial México del erudito José Antonio Alzate y Ramírez.

En el espacio doméstico, un reloj de pie o de bolsillo anunciaban el tiempo entre familia y amigos; ahí donde las papeleras, gabinetes y escribanías fueron resguardo de epístolas, crónicas y memorias. Por su parte, tibores, bandejas y lebrillos para el aseo fueron portavoces del ámbito de lo cotidiano, al tiempo que un espejo con marco de plata repujada obligaba a mirarnos en un pasado que resignificaba nuestro presente. A su lado, baúles y petacas dieron cuenta por igual de los bienes preciosos al pie de la cama o durante los viajes. Cigarreras, rebozos y sarapes transitaban entre la vida de la calle y el celoso espacio de la intimidad. Más de ochenta objetos cuyos valores dan testimonio del gusto por el símbolo, la ornamentación, la teatralidad y lo suntuario. Donde la exuberancia y el valor de los materiales, trabajados «de forma maravillosa

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